INFORME POLÍTICO (por actualizarse)



EL ESCENARIO INTERNACIONAL

La crisis mundial del capitalismo, que tiene como epicentro la economía de los Estados Unidos de Norteamérica, es una de las más severas de su historia, y por las dimensiones e interdependencia de la economía globalizada del siglo XXI, tendrá sin duda alguna, repercusiones mucho más graves que la crisis capitalista de los años 30 del siglo pasado.

El dogma neoliberal, según el cual el Estado era un estorbo y el mercado la mano invisible encargada de ordenar la economía a su libre albedrío, se hace añicos, y los mismos que ayer minimizaron al Estado y le asignaron un papel subsidiario, hoy recurren a él desesperadamente, para salvar de la quiebra a las trasnacionales financieras. Sin embargo los millonarios rescates decretados por los gobiernos de las grandes potencias, no han logrado detener la debacle. La crisis financiera se propaga vertiginosamente a la economía real, provocando recesión y pérdida de millones de puestos de trabajo en todo el mundo y al mismo tiempo la devaluación de los fondos de millones de ahorristas y jubilados en manos de las AFPs.

Mientras la quiebra de millares de empresas y su absorción por otros monopolios está conduciendo a una nueva concentración del capital, el peso de la crisis se descarga sobre las espaldas de los trabajadores y los explotados del mundo.

No se trata pues de una crisis pasajera, regional o local, como las que ocurrieron en los años 90 en Asia, Rusia, Brasil o México; estamos ante una crisis de dimensión mundial, prolongada y de carácter sistémico que afecta de manera extensa y profunda a todas las esferas del mundo capitalista. A la crisis financiera se suma la crisis energética, alimentaría y medio ambiental, consecuencias, todas ellas, de la irracionalidad del capitalismo, propiciándose en todo el mundo un clima de incertidumbre y de aguda confrontación en todos los terrenos de la vida social.

Sin embargo no estamos ante una crisis terminal del capitalismo, ni del colapso del imperio norteamericano. El capitalismo neoliberal esta en crisis, pero no está derrotado; es un sistema en decadencia, pero mientras no se articule una amplia unidad de las fuerzas políticas y sociales que apuestan a un nuevo orden económico y social mas justo y una nueva institucionalidad internacional y tengan la fuerza para imponerlo, los capitalistas encontrarán mecanismos para recomponerse y continuar con sus planes de dominio. Lo que queda claro es que el modelo neoliberal capitalista basado en las recetas emanadas del consenso de Washington está en bancarrota y el imperio norteamericano está dejando de ser la primera potencia mundial. En el planeta otras potencias están en ascenso y se están configurando bloques regionales que se disputan los mercados, el control de los recursos y espacios de influencia, llevando a un reordenamiento de la economía mundial y a una situación de multipolaridad, distinta a la de dominio absoluto con que el imperio norteamericano emergió de la Guerra Fría.

La crisis capitalista y la debacle del modelo neoliberal abren oportunidades extraordinarias para desarrollar la lucha de ideas, poner en marcha una ofensiva en el terreno del pensamiento y asestar una derrota en este ámbito a la reacción y recuperar el espacio del pensamiento de avanzada, de izquierda y socialista a escala planetaria.

En ese contexto, reconocemos que la reciente elección de Barack Obama como Presidencia de los EE. UU. representa un duro golpe político a los sectores mas reaccionarios y belicistas del primer país capitalista del mundo; sin embargo, consideramos que sería ingenuo pensar que con Obama se van a producir cambios de fondo en la política internacional de los Estados Unidos y que se van a dejar de lado sus planes de dominio imperialista. Sólo el cumplimiento de sus ofrecimientos de campaña, referidos a terminar las guerras en Irak y Afganistán, cerrar la prisión de Guantánamo e iniciar diálogos con Cuba y Venezuela, por citar algunos de ellos, mostraran en los hechos su real compromiso con el cambio que dice representar. Mientras tanto nuestras banderas de lucha contra la dominación imperialista sobre nuestros países, el respeto a la soberanía y a la libre determinación de los pueblos, el cese de las guerras genocidas y el levantamiento del criminal bloqueo contra Cuba, permanecen incólumes.


AMÉRICA LATINA, EL CONTINENTE DE LA ESPERANZA

En la actualidad América Latina y El Caribe es la región en el mundo donde se presentan las mejores condiciones para desarrollar los grandes cambios a favor de los pueblos. Los vientos renovadores que recorren el continente, la irrupción de las masas que levantan las banderas de soberanía, bienestar y democracia, el terreno fértil para el crecimiento del pensamiento de avanzada, de izquierda y socialista, remecen las viejas estructuras de una democracia liberal que convivió con regímenes dictatoriales, que nunca llegó a realizarse plenamente, y que se convirtió en sinónimo de exclusión para las grandes mayorías.

Con el triunfo electoral de las fuerzas del cambio en varios países de la región, el panorama latinoamericano sufre una modificación drástica, desfavorable a la reacción y a los planes de dominación del imperio norteamericano. Estos procesos de gobierno son sumamente complejos, se desarrollan en medio de dificultades y tienen un desarrollo desigual. Sin duda los más avanzados se están dando en Venezuela, Ecuador y Bolivia, y en consecuencia es en esos países donde es mayor la resistencia de la derecha y el imperialismo, que cuentan con una estrategia para derrotar y revertir estos procesos y echan mano a maniobras desestabilizadoras, e impedir que su ejemplo se extienda a otros países.

El imperio norteamericano tiene como objetivo reforzar su dominación en América Latina y controlar los inmensos recursos andinos y de la cuenca amazónica, para lo cual necesita el concurso de gobiernos cipayos y la complicidad de las clases dominantes nativas. En su estrategia echa mano de elementos políticos, ideológicos, culturales, mediáticos e incluso el intervencionismo militar. La existencia de bases y tropas extranjeras en nuestros países, con el pretexto de combatir al narcotráfico y el terrorismo, no tiene otro propósito que someter por la fuerza a la voluntad de soberanía e independencia de nuestros pueblos. En esta confrontación continental, los gobiernos entreguistas y las clases dominantes de México, Colombia y Perú se constituyen en sus aliados estratégicos.

En este escenario, los próximos procesos electorales en México y Perú revisten especial importancia, pues se presenta la oportunidad y posibilidad que las más amplias fuerzas del cambio puedan llegar a posiciones de gobierno, lo que, de ocurrir, tendrá hondas repercusiones en el continente

Los avances de las fuerzas de izquierda y del cambio en América Latina constituyen una gran oportunidad para lograr un nuevo esquema de integración en nuestros países; sin el tutelaje norteamericano, que abarque no solo a lo económico y comercial, sino también la integración cultural, vial, energética, monetaria. Solo de este modo América Latina podrá enfrentar con éxito los retos de integración a la economía mundial.



EL ESCENARIO NACIONAL

La economía peruana comienza a sentir los efectos de la crisis internacional situación que se agrava, a contrapelo de la afirmación de los voceros del gobierno. Por lo pronto las AFPs han declarado pérdidas cuantiosas, afectando a las pensiones de los jubilados, el aparato productivo ha sido golpeado, provocando el cierre de empresas y la reducción creciente de puestos de trabajo y la moneda nacional pierde poder adquisitivo. El carácter primario exportador de nuestra economía la hace más vulnerable, mientras que las políticas proteccionistas de los países centrales afectan nuestras exportaciones.

Mientras que en el mundo se admite la debacle del modelo neoliberal, en el Perú el gobierno aprista se aferra a su aplicación más ortodoxa, con el agravante que en el convencimiento de que la crisis no nos afectará mayormente, no toma las previsiones necesarias. Lo cierto es que la crisis golpeará con fuerza al país y que los que pagarán sus consecuencias serán los más pobres. En este contexto se acrecientan las luchas sociales, mientras el gobierno profundiza la represión, criminalizando la protesta y redoblando su campaña dirigida a destruir las organizaciones sindicales y populares y desacreditar a los dirigentes políticos y sociales de oposición.

En los últimos meses se ha patentado el acelerado desgaste del gobierno, que en su empeño de profundizar el modelo neoliberal, se ha mostrado incapaz de resolver los grandes problemas nacionales y las demandas más sentidas de la población. El descontento ciudadano se refleja no solo en las encuestas de opinión pública, sino también en acciones de lucha que ponen en marcha diversos sectores del campo y la ciudad.

El reciente escándalo de la corrupción que compromete a altos funcionarios del gobierno fue el detonante de una crisis política que venía madurando desde tiempo atrás y que apresuró la caída del gabinete Del Castillo, en una situación de creciente descontento y radicalidad del movimiento social y cuando mayores contingentes de la población se adherían a la propuesta de referéndum revocatorio del Presidente García.

Asistimos a una descomposición moral del gobierno y la derecha que se extiende al conjunto de la sociedad. Es la decadencia espiritual de un sistema basado en el lucro, la explotación y la rapiña, en circunstancias que se han impuesto valores como el pragmatismo, el individualismo extremo, el utilitarismo, es decir la ley de la selva, donde sobrevive el más fuerte y el que se despoja de todos los escrúpulos.

Bajo estos parámetros la gestión pública es considerada como una oportunidad de enriquecimiento, donde la ética, la transparencia y rendición de cuentas son obstáculos que hay que sortear. Tampoco hay que olvidar que la corrupción de funcionarios ha sido una herramienta de la que se han valido siempre las transnacionales para facilitar su penetración y saqueo de nuestros recursos, con la complicidad de gobiernos entreguistas que han cubierto con un manto de impunidad estas tropelías. Por tanto un proyecto moral y éticamente superior y la lucha frontal contra la corrupción son parte de nuestra lucha por un nuevo modelo de desarrollo y por un nuevo país.

En esa lógica, la estrategia de la derecha tiene como objetivo impedir la articulación de los sectores que se inscriben en el cambio, bloquear la posibilidad que se constituyan como alternativas de gobierno y poder. Por ello su propósito de dividir al movimiento social, sus campañas mediáticas para desprestigiar a dirigentes y organizaciones populares, el anticomunismo y macartismo, la represión abierta. Esta estrategia es parte de un diseño mayor esbozado por el imperio norteamericano en su pretensión de afirmar su dominio y control de los recursos en América Latina, y que por tanto no está dispuesto a tolerar que prosperen los vientos de cambio que recorren el continente.

Sin embargo, la contradicción entre cambio y continuismo se agudiza cada vez mas: En ese contexto el nombramiento de Yehude Simon como Primer Ministro en reemplazo de Jorge Del Castillo se inscribe en la política continuista del gobierno y no es mas que una maniobra de García para mejorar su imagen y remontar parcialmente la crisis ministerial, que venía de antes, y estallo, con los escandalosos hechos de corrupción puestos en evidencia con la publicación de pruebas irrefutables, que comprometen a las mas altas esferas del gobierno aprista.

Evidentemente sus objetivos apuntan a contener el movimiento social y barnizar la aplicación del modelo con un maquillaje de “centro”, es decir cambiar algo para que nada cambie, o en otras palabras, cambios de forma pero no de contenido. La ratificación de 10 ministros del antiguo gabinete -entre ellos los mas ortodoxos defensores del modelo - es una evidencia de la voluntad continuista del gobierno, lo que se confirma también con su reciente presentación ante el Congreso, en la que más allá de las consabidas promesas no hubieron soluciones concretas a las demandas pendientes de los diversos sectores sociales. Por ello consideramos que la crisis política se mantiene y seguirá madurando en la medida que no se han resuelto los problemas de fondo que están en la base de los conflictos sociales.

El diálogo planteado por Yehude Simon a las organizaciones populares y los partidos de izquierda pretende llegar a un nivel de concertación y conseguir una tregua para darle estabilidad al régimen. Cosa que no será posible conseguir en tanto se mantenga intacto el modelo neoliberal y las demandas más sentidas de la población continúen postergadas.

Desde nuestro punto de vista, la gestión de Yehude Simon, no representara ningún cambio de fondo en la política económica y social que se viene implementando. El diálogo con el Premier que puedan sostener algunas organizaciones componentes de la ANP para resolver algunos problemas concretos, de ninguna manera significa que pierdan su independencia política de clase, sin declinar sus banderas de transformación.


SE ACRECIENTAN LAS LUCHAS SOCIALES EN EL PAIS

Las luchas populares han tenido importantes hitos en los últimos meses. El paro nacional del 9 de julio, que tuvo como antecedentes de acumulación las diversas luchas regionales y sectoriales y la realización de la Cumbre de los Pueblos en el mes de mayo, representó el punto más alto de esta oleada Asimismo las contundentes luchas de los pueblos amazónicos que lograron la derogatoria de los decretos privatizadores y la conquista del referéndum por parte de los fonavistas, tienen un enorme significado por su alcance y trascendencia. La huelga médica, las luchas de los maestros del SUTEP, las multitudinarias movilizaciones de los trabajadores de la construcción, de los docentes, trabajadores y estudiantes universitarios; las acciones de las comunidades campesinas enfrentadas a las mineras; y las luchas recientes de los pueblos de Moquegua, Tacna, Canchis-Sicuani, Cajabamba, y , Nueva Cajamarca, nos indican que estamos en una nueva etapa de ascenso de las luchas populares, las mismas que, por su contundencia y radicalidad, alcanzan en algunos casos, niveles de insurgencia y desobediencia civil.

El gobierno insiste equivocadamente en sostener que las luchas sociales tienen su origen en la acción de elementos enemigos de la democracia, en agitadores comunistas que pretenden desestabilizar al gobierno, llegando incluso, a afirmar, que las protestas sociales serían parte de una conspiración internacional financiada desde el exterior. Estas patrañas no son nuevas, son los viejos recursos anticomunistas que han usado todos los gobiernos oligárquicos y lacayos del imperialismo.

Con estos pretextos, se criminaliza la protesta, se persigue y se encarcela a dirigentes sindicales y populares por razones de sus ideas, y desde el propio Palacio de Gobierno se propician campañas infames dirigidas a liquidar a las organizaciones sindicales más combativas y desacreditar a sus principales dirigentes. Todo ello, sin embargo, no amedrenta a las grandes masas del pueblo, por el contrario, se enciende aún más la indignación popular.

Por todas estas razones la ANP se pronuncia por la derogatoria de los decretos inconstitucionales que criminaliza la protesta, por el corte de juicio y la libertad de los dirigentes procesados, por la derogatoria de los decretos leyes que despojan de sus tierras, aguas, y territorios a las comunidades andinas y amazónicas, contra el recorte de los presupuesto de educación, salud, nutrición, y, seguridad ciudadana. Asimismo, se pronuncia en contra de las privatizaciones y el despido arbitrario de trabajadores exigiendo su reposición. De la misma manera rechaza la criminalizacion de la justicia comunitaria por parte del poder judicial exigiendo la libertad de los ronderos procesados por estas razones.

Sin embargo, las luchas populares no siguen una tendencia rectilínea de continuo ascenso. Tienen sus altibajos, sus marchas y contramarchas. Debemos tener en cuenta, por ello, que en el país todavía subsiste una gran fragmentación del movimiento social. Se han logrado importantes avances de articulación como la CPS, AIDESEP, Cumbre de los Pueblos, Cumbre Amazónica; el fortalecimiento de algunos frentes regionales, la organización de asambleas en algunas bases y la expectativa que se ha generado con la convocatoria de la Asamblea Nacional de los Pueblos, pero estos avances aun son insuficientes, subsisten muchas debilidades en las organizaciones populares, y aún no se logra incorporar al conjunto de los que luchan bajo un solo programa y conducción.

Todo esto nos muestra la necesidad ineludible de persistir en los esfuerzos por alcanzar mayores niveles de unidad en la perspectiva de construir un gran frente democrático y patriótico en el que confluyan todas las fuerzas del cambio. En esa lógica la Asamblea Nacional de los Pueblos se constituye en un espacio de participación ciudadana para la construcción democrática de una alternativa de cambio, mientras la CPS seguirá siendo el instrumento de unidad y articulación de las luchas populares, por sus demandas concretas.


GRAN UNIDAD POR UN NUEVO RUMBO PARA EL PAÍS

En el contexto descrito, la diversidad de sectores que marchamos a la constitución de la Asamblea Nacional de los Pueblos, debemos centrarnos en las tareas de sumar la mayor cantidad de fuerzas que se identifican con el gran cambio que requiere el país, cuyos ejes están descritos en las Bases Programáticas.

Es el momento de intensificar la batalla de ideas, sobre todo ahora que las tesis del pensamiento único y el fin de las ideologías están derrotadas por el veredicto de los hechos, cuando la economía especulativa, alentada por la codicia sin límites de los grandes capitalistas ha fracasado, y los operadores del neoliberalismo como son el FMI, el BM y la OMC son repudiados mundialmente.

En conclusión, tenemos que seguir avanzando resueltamente en el proceso de organización de las fuerzas políticas y sociales del pueblo, fortaleciendo su unidad, su capacidad de movilización y propuesta, a la par que construimos desde las bases y con el protagonismo del pueblo una dirección democrática, colectiva y descentralista y una propuesta alternativa que exprese los anhelos de cambio del pueblo peruano.

Lima, 8 de noviembre del 2008.